jueves, 21 de junio de 2012

Los cálculos de la risa






Por cosas del azar en una misma semana me encontré con dos textos que hablan de la risa y, por ende, del buen humor. El primero, Así habló Zaratustra de Friedrich Nietzsche. “Yo he canonizado mi risa”, dice el filósofo alemán en voz del personaje profeta, dejándonos así la idea sagrada de la manifestación de bienestar humano.

Este texto, que se escribió hace 130 años, se encuentra en mi escritorio con el artículo contemporáneo El sentido del humor aumenta la productividad de los empleados (http://www.tendencias21.net/El-sentido-del-humor-aumenta-la-productividad-de-los-empleados_a12065.html). Allí se destaca, entre otras cosas, una investigación -del  Instituto de Desarrollo de Personal Colegiado del Reino Unido- que demuestra que la ausencia de la risa y el buen humor en el trabajo contribuyen al estrés y este a las bajas por enfermedad. “Estas ausencias cuestan a la economía del Reino Unido más de 10 millones de euros por año”, concluye el texto, haciendo foco en la productividad laboral como la razón más importante para permitir y hasta fomentar la risa.

Es inevitable preguntarse lo que diría Nietzsche al leer este artículo, y cuál sería su reflexión sobre risa y trabajo a la luz de lo contemporáneo. Imposible saberlo. Lo que sí me gustaría valorar son aquellos argumentos acuñados desde 1883 hasta nuestros días que abogan en favor de la risa y el buen humor, dejando sobre la mesa esta pregunta: ¿Cuánto del contenido confeccionado para CI´s se genera para satisfacer esta necesidad del espíritu humano?

Quizá para muchos no sea relevante. Pero cada día son más los que consideran suficiente reconocer la risa como una manifestación que nos distingue de los demás animales, y -simplemente- actuar en consecuencia.

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