jueves, 28 de febrero de 2013

Preguntas valientes




Me persigue la imagen de una pila de Houses Organs reposando -uno sobre otro en perfecto orden- en la recepción de una empresa. (He visto esa imagen, a veces con frecuencia) Las revistas intocadas sirven para que los motorizados apoyen su casco, mientras la recepcionista hace una firma certificando haber recibido un paquete.

¿Qué debemos hacer para que la revista se lea más? Es la pregunta que emerge en una primera instancia. "Quiero que la revista se ´venda´ como pan caliente",  podría escucharle decir al Gerente de Comunicaciones. Sin embargo, antes nos podríamos preguntar: ¿Para qué quiero que se lea?

Justo en estos días repasaba una lectura del Dr. Humberto Maturana y encontraba subrayada una frase suya, corta y que -incluso sin contexto- tiene un profundo sentido: “Empecé a hacer preguntas diferentes (…)”  y junto a sus palabras un apunte mío que -en apariencia- poco valor agregaba: “Empezó a hacerse preguntas diferentes”.

Desde allí y hasta acá (para hacerlo corto) llegué a la necesidad de las preguntas valientes, que son aquellas que nos increpan a nosotros mismos y que son nuevas, ingenuas, inocentes, sin respuestas y, por lo tanto, a veces molestosas.

En el caso de los Houses Organs que reposan en la recepción, valdría preguntarse valientemente: ¿Cómo estamos haciendo la revista que hace que se queden reposando allí, bajo el casco del motorizado? ¿Es que acaso es necesaria la revista? ¿Para qué?  ¿Qué es lo que realmente quiere el público y el emisor de esos mensajes? ¿Es el House Organ un espacio de encuentro entre público y emisor? ¿Lo es?

Bien, por ahora eso, que no es poco.  Que a veces descansamos en la respuesta que viene tras la pregunta: ¿Qué debemos hacer para que se lea más la revista? Y está bueno hacerse preguntas valientes, que vayan más allá y mucho más allá.
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