jueves, 22 de marzo de 2012

Prueba de ácido de las Comunicaciones Internas

La vinculación entre la comunicación y los logros colectivos es estrecha. Tan estrecha es que, cuando observamos en un taller de carpintería -por ejemplo- la elaboración de una silla, no hacemos distinción consciente entre lo que se hace y lo que se comunica para hacerla. Y es que la comunicación es una acción y la acción también comunica. Es imposible dividir.

Esto nos lleva directamente a reflexionar acerca de la convivencia armónica del mensaje y la acción en un emisor. ¿Hay una correspondencia entre lo que pienso, lo que digo y lo que hago? Esta pregunta es la prueba de ácido de las comunicaciones internas. Si hay correspondencia e integridad en el diálogo íntimo de la empresa -es decir, de la mayoría de sus integrantes- habrá altas probabilidades de una respuesta asertiva y oportuna frente a una crisis.
Lo anterior justifica el presupuesto que invierten las empresas en materia de comunicaciones interpersonales. Programas de capacitación que dan luz a un espacio -otrora intocado por las organizaciones- tienen cada día más demanda.
El mejoramiento continúo de los integrantes de una organización como seres humanos y -por tanto- relacionales, es el primer paso de cualquier estrategia que presuma reposar sobre bases sólidas.  

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