La semana pasada estuve en Santiago de Chile. ¿La razón?
Culminando la última semana presencial del diplomado de Biología Cultural con
el maestro Humberto Maturana Romesín y Ximena Dávila Yánez.
Comencé varias entradas con reflexiones y ejemplos
relacionados con las comunicaciones en organizaciones que tengo en el tintero.
Pero, confieso, aún estoy tomada por los sentires propios del nuevo
conocimiento que, debo decir, casi me embriaga los primeros días.
La biología cultural es una nueva forma de ver, te descoloca,
te libera. Nadie sale ileso. En todos los dominios de nuestras vidas se dibuja
una curva pronunciada. Así me encuentro. Así lo sienten también algunos de mis
compañeros que transitaron este camino, cuyo destino es una napa de agua clara,
inagotable.
Sirva esta entrada sencilla, sin pretensiones, para
agradecerles a todos ellos por estar allí, a todos los profesores del diplomado
y a todos quienes trabajan en la Escuela Matríztica de Santiago ( www.matriztica.cl ) que hicieron este
tránsito no sólo posible sino también muy grato.
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