Hoy, los profesionales son observados integralmente. Y, sin la competencia comunicadora, se diluyen las bondades de su formación técnica, gerencial, administrativa, por nombrar algunas.
En pocas palabras. Ser un buen comunicador es condición sine qua non para cualquier desempeño. Así como la piedra angular, sostiene y le da vida al arco, así como el corazón compromete la vida, así debemos cuidar la comunicación como una habilidad cuya salud le da vitalidad y sentido a todas las competencias profesionales.
Tener conocimiento, facilidad y asertividad para comunicar dejó de ser un valor agregado, pasó a ser una competencia medular.
Y esta es la respuesta que doy cuando me preguntan qué sentido tiene capacitar en materia de comunicaciones.
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