Entonces, repito como una jaculatoria la siguiente frase que emerge de mi memoria: “Hasta quienes son percibidos como inmorales y poco atractivos pueden ser confiables”. La frase es de Elliot Aronson, y fue acuñada luego de hacer investigaciones y experimentos que son parada obligada de todo profesional que se interese por la conducta humana.
¿Pero qué hace que una persona que percibo como inmoral y poco atractiva me genere confianza? La respuesta es tan sencilla que da vértigo: la honestidad. Ese hombre, que pide para vino, no miente y los receptores de su mensaje lo agradecen. De hecho, no son pocos los que contribuyen con sus deseos.
A veces me quedo mirando la escena que se repite cada vez que cambia el semáforo, algunos pasajeros estallan en carcajadas nerviosas, llenos de sorpresa, como si estuviera fuera de todo orden decir la verdad.
Por fa, compra una botella de vino para él en mi nombre. te la pago cuando vengas a Venezuela!
ResponderEliminarSabes, creo que esa relación honestidad-confianza está comenzando a tener su efecto en esta cmapaña electoral en Venezuela...
Qué buena tu percepción. Esto es clave para la política, actividad para vivir en colectivo Le debo una buena colaboración a ese limpiaparabrisas, su honestidad motivó de esta entrada.
ResponderEliminarSiempre es mejor la verdad aunque no la compartas, un beso Pam!
ResponderEliminarAsombrarnos ante lo obvio, eso que es así y no de otra manera, es la honestidad. Saludos de siempre, Pamela.
ResponderEliminarUn abrazo, Juan!
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