El cascadeo es un proceso comunicacional a través del cual un tema permea todo el entramado conversacional de una organización, transformándola en sus haceres y resultados.
Por lo general, las organizaciones que se definen a través de un modelo piramidal, con una marcada tendencia a querer conservar una estructura jerárquica, eligen que este proceso se haga desde los niveles más altos a los más bajos.
Esta es una posibilidad que tiene ventajas pero que conlleva sus riesgos. Uno de ellos - que considero más importante- es que el tema que se coloca en las conversaciones se entienda como una instrucción que se debe obedecer y no como un tema abierto a la participación, ajustándolo al entramado relacional que hace a la organización posible.
El segundo riesgo es que -quien toma la palabra para iniciar el proceso de cascadeo, tal vez impostado en su autoridad- se limite a informar, desperdiciando la oportunidad de escuchar al otro, legitimándolo en sus dudas, sus aportes y discrepancias que, no por ser silenciadas, dejan de darle una impronta a la calidad relacional que hace a la organización posible.
El tercer riesgo que observo es que, los primeros en desencadenar el proceso de cascadeo –es decir, lo cargos de más alta jerarquía- se sienten catalizadores de un cambio donde todo resulta transformado menos ellos mismos. Suelen definirse como directores y no ejecutores. No se puede pretender en el otro lo que uno no es capaz de dar.
Ahora bien, la ventaja más importante de esta modalidad es que los cargos más altos participan sí o sí en el proceso. No hay alternativa de exclusión para la franja entre directivos y gerentes. Y es que con la participación de los cargos decisorios todo es posible, y con su indiferencia nada tiene sentido.
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