Hace un par de semanas fui invitada en Caracas,
al programa radial de Graciela Beltrán Carías. Ella me proponía hacer una
intervención en la sección Cine Foro para que conversáramos, junto con el
analista político Oswaldo Ramírez, acerca de la película Batman Vs Superman y
las lecturas posibles acerca de la polarización tanto en la sociedad como en
las organizaciones.
Una película que, en una primera lectura, nos
parece superficial, fue el principio de un abordaje interesante acerca del
relato cultural acerca del liderazgo como dinámica relacional. “No hay tema
superficial, sino manera de abordarlo”, nos dijimos.
Resultó que, al regresar a mi escritorio,
comencé a realizar algunas notas al respecto del programa. Una de ellas me
parece interesante compartirla.
¿No tienen las organizaciones una gran responsabilidad
al edificar, día a día -¡instante a instante!- una manera de relacionarse? Creo
que sí. La manera de relacionarnos -de la cual dan cuenta nuestras
conversaciones- permean más allá de los muros de las organizaciones y
construyen también –en tanto forman parte del entramado relacional- la
comunidad, la sociedad, el país.
Quiero decir con esto que, si ya nos dimos
cuenta que dentro de la organización en la que participamos la dinámica relacional
se mueve a la luz de un juego de poderes, donde –por dar un ejemplo- gran parte
del tiempo y de la energía se invierte para demostrar que finanzas es más
poderoso que talento humano, somos responsables de que esta dinámica no sólo
nos haga daño, sino también que permee a la sociedad, a la familia y a todos los
dominios con los que la organización se vincula.
Es decir, que una organización se ocupe de
desmontar el juego de poder como dinámica relacional, es una acción de
Responsabilidad Social Empresarial. Es decir, una organización no puede sorprenderse
de lo que ocurre en el país si participa de una guerra de poderes que mantiene
una guerra soterrada entre áreas.
¿Qué queremos conservar cuando mantenemos
dentro de una organización una concepción escindida de las áreas? ¿Qué
decidimos mantener cuando formamos parte de una rivalidad interna con consume
tiempo, recursos, energía y que genera malestar y dolor?
En este instante, me surge decir que estas
rivalidades son un excelente espectáculo cinematográfico y que, incluso en el
cine, tienen una resolución. Parece imposible que se mantengan dos líderes en
una continua lucha. Sin embargo, así ocurre dentro de muchas organizaciones.
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